miércoles, 29 de julio de 2009

Bi Won – Experiencia al estilo Andrew Zimmern

Nombre: Bi Won

Tipo:
Restaurante

Estilo:
Comida Coreana

Dirección:
Junín 548, Capital Federal.

Teléfono:
4372-1146




Evaluación

Cocina:
Excelente

Ambientación: Regular

Atención: Excelente

Precio: Medio

Ideal: Grupos de Amigos y Familia.


Un par de neones, las mesas llenas y mucho ruido era lo que faltaba para sentirse en Corea, así lo definiría Caro al momento de sentarse.

Llegar despierta temores, pleno centro del barrio de Once, cuna de los conventillos atestados de gente que escuchan música del momento en la puerta. De repente una pequeña entrada con un cartel arriba en Coreano, sin iluminación, nos guía a un hall de entrada grande que parece sacado de un hotel marplatense de los años 70.

Al entrar siento las miradas de los pocos comensales que estaban ya comiendo a las 21 horas, pero no dudo, es mi apariencia un tanto extraña con el saco largo y la cámara de fotos en la mano. El salón está separado en dos por un par de biombos, una parte más chica tiene mesas grandes, ideales para banquetes. La decoración simplemente está ausente y aunque hasta hace unos meses, a primer vista el lugar estaba bastante deteriorado, con manchas de humedad en el techo y los baños medio destruidos, ahora se encuentra todo bastante limpio y en un estado más que aceptable.


En cuando nos sentamos la cubertería no pareciera acorde con el resto del salón (heladera llena de productos chinos que serán nuestro único postre, decoración de los '70s). Palitos coreanos (no son ni chinos ni japoneses, son mucho más cortos, ya van a ver lo complicado que es usarlos) de acero inoxidable con decoración esmaltada son el objeto perfecto para quedar canchero en la cena en nuestra casa, lástima que no lo tengan a la venta. Ideal es sentarse en una mesa para 4, ya que la cantidad de comida no entra en una mesa para dos.

La carta es muy amplia y, aunque pareciera que algunos platos son un tanto aburridos, cuando uno se quiso dar cuenta, aparece el mozo con platitos diversos de productos a los que toma tiempo contarlos y aprenderse cuál es cuál. Acá es donde el servicio (el que no está formado por Coreanos) demuestra tener aptitud para satisfacer el 100% de nuestras dudas. Consejo: déjese llevar por el mozo, que él decida por nosotros, que arme la comanda y nos deleite con los productos, sabe mucho, conoce de sabores y hasta nos organizó los platitos según el grado de picante de cada uno.

Pedimos dos platos, el primero (Cheyuk Güi) es cerdo en tiritas marinado en una salsa picante (a este punto aclaro que no resulta incomible pero toda la comida es picante, o al menos el 80%). Este plato viene acompañado por un timbal de arroz para mezclar y bajar un poco la intensidad del sabor y con una serie de pequeños bols que paso a enumerar como aparecen en la foto: de derecha a izquierda, brotes de soja cocidos agridulces (más agrios y ácidos que dulces), berengenas chinas (las alargadas con piel violeta) bien cocidas, unas chauchas al vapor y salteadas en aceite de sésamo y salsa de soja increíblemente ricas, arriba unos cuadraditos de alga fritos y espolvoreados con azúcar (son una experiencia inolvidable), el platito del centro es una raíz, con la textura similar al corazón del ananá, con un sabor medianamente fresco, muy dulce y suave. El bol contiguo hacia arriba son unos champignones salteados con salsa de soja y desglazados con un poquito de vino dulce supersabrosos. Hasta aquí los platillos no eran picantes, los otros 5 siguientes sí. El que se encuentra debajo de los champignones continene acusai salteado con salsa de chile picante (en grados de picante de 1 a 10 lo coloco en 30). El que se encuentra a su lado, es a base de avellanas y son cubos con la textura de un flan, salado, bañado en un aceite picante pero suave. Arriba de estos, pegadito a los champignones hay un bol con ajíes verdes semifritos, los cuales resalta mucho más el amargor y de hecho los ubico como el producto más amargo que consumí, lejos de la carqueja y el radicheta. Por último arriba queda un bol con brócoli hervido y sasonado con una salsa de tomate picante (el preferido de todos los platos) y a su lado pepino semi crudo espolvoreado con ají picante.

Lo interesante del plato principal es que se cocina frente a nosotros, en una especie de fuente de acero con su propio mechero. Lo hace el mozo y cuando ya está listo apaga el fuego y podemos empezar a consumirlo.

El otro plato fue un Bim Bi Bap, salteado de verduras que se sirve en un cuenco de metal con un huevo frito por encima al que le coloca arroz goham (arroz con cocción para sushi pero sin agregado de vinagre), se mezcla y se obtiene un plato muy sabroso, al que se le puede dosificar el picante a gusto del consumidor por lo que es recomendable para los amantes de sabores más delicados.

A esta altura ya el límite de nuestro organismo está sobrepasado de sabores y cantidades, sin embargo el mozo, vuelve con más productos, como ser unas mini albóndigas de carne de cerdo, huevo y tofu (realmente ricas y muy saladas) así como una especie verdura de hoja en conserva que no logré diferenciar. En este punto hay que aclarar que no hay postre, sino que nos van a ofrecer fruta (en este caso fue mandarina) sin costo.

Indudablemente es una de las opciones indispensables para la recorrida gastronómica por la ciudad de Buenos Aires, especialmente para las personas que gusten de probar sabores nuevos y experiencias diferentes, pero no es recomendable para quien llega sin idea del producto final de sensaciones. El precio parece alto por el valor del plato, para la cantidad de comida se puede tomar la opción de compartir el plato y pagar un adicional, porque un plato por persona es realmente mucho. Para nosotros, ingresa al podio de los preferidos.


El Guerrillero Culinario



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