sábado, 19 de septiembre de 2015

(Internacional) Comer en Verona - Clero&co

Verona puede que sea una de las ciudades que más me gustaron de Italia. Más allá de no ser un fanático por el lujo, es imposible no verse encandilado por la hermosura, la delicadeza y los detalles de la ciudad. Para arrancar, muchas de las calles del centro histórico tienen piso de piedra, pero ya gastado y pulido por el caminar de la gente que parece mármol de carrara.

Por otro lado, a nivel gastronómico, expresa algo peculiar. En una mano está la gastronomía gourmet, presentaciones delicadas, alto nivel en vajilla, y en la otra, bares y hasta una pizzería dentro de una iglesia.

Llegar a Verona en tren es fácil, pero
a diferencia de otras ciudades, la estación central no está en pleno centro, como pasa con Palermo, Roma o Génova. Acá te toca llegar hasta un lugar adonde no vas a tener nada interesante para visitar. Y menos para comer. 

Igualmente sigue siendo una de las mejores opciones para recorrer Italia el usar los trenes y hospedarse cerca de la estación para moverse lo menos posible por la ciudad. Como suele pasar en los cascos antiguos, no está todo tan bien adaptado para las valijas y el exceso de equipaje. Menos para los autos.

Hospedes donde te hospedes, la ciudad es toda caminable. Si bien con un día podés estar bien para recorrerla, conocerla te va a tomar más tiempo. No sólo para darse el lujo de disfrutar cada espacio, también tener más veces para comer y tomar.

Paseando por ahí nos cruzamos con el Ristorante Arche (Via Arche Scaligere, 6). Por fuera no expresa nada, de hecho la entrada de madera me daba esa idea de "bodegón antiguo", y me hizo recordar un poco a la entrada de Albamonte (en Chacarita). Por dentro la cosa cambió. Todo prolijo, hermosa vajilla, fotos del chef y su familia en tamaño grande, atención de lujo.

La cosa es que tenían en la entrada un menú ejecutivo con algunos platos del véneto disponibles a precios razonables así que mi mujer dijo: "comamos en éste..." y yo le hice caso, como siempre...

En la panera de movida te traen Taralli, que es una masa de doble cocción con oliva, tipo ñoqui agujereado, lo más rico de lo más del planeta tierra...
Les dejo la receta en video por si los quieren hacer.




De entrada pedimos Saor di Sarde, lo que viene a ser una sardina cocida cubierta con pasas de uva, fruta confitada, unos piñones, oliva y un toque de aceto. Magnífico. Ese tipo de platos simples que tienen absolutamente todo lo que uno puede esperar de la comida italiana.

Un plato fue la lasagna de berenjenas y bolognesa. Bien servida y de un tamaño considerable, estaba buenísima. Por otro lado, os ñoquis de papa con queso (básicamente el pecorino) estaban ¡ALUCINANTES! Le pasábamos el pan a la salsa porque estaba mortal. Sí, porque por más refinado que parezca el restaurante el argentino no duda en disfrutar hasta el último gramo disponible de sabor.

Gastamos 31€ entre los dos para comer con agua en un lugar que pintaba, por la forma en que te atendían y todo, que te podía costar 25€ o más por persona. 

Si hay UN bar al que hay que ir a tomar algo en todo Italia ese es la Osteria del Bugiardo (Corso Porta Borsari, 17/A). Ya llegar por fuera y ver a la gente con un trago de Spritz (Campari o Aperol con gran parte de prosecco) es un buen indicio de que la vas a pasar bien.

Adentro tenés una carta básica de bebidas en la pared. Si vas a pedir algo para comer te recomiendo decir: "c'hai qualcosa da mangiare?", haciéndole montoncito con los dedos hacia la boca, como pidiendo algo para morfar, así, tipo amigo de la casa.

Nos pedimos un Spritz y una copa del Amarone de la casa (ellos tienen una pequeña producción de vinos). El Spritz, perfecto, hecho con Prosecco (estábamos justo frente al pelado macanudo que nos atendía). El Amarone fue uno de los mejores vinos que probé en el último tiempo acá en Europa. No por su calidad (según WE tenía 92pts si mal no recuerdo) sino porque me volvió loco... El estilo, el sabor, la intensidad. Los Amarone son vinos completamente diferentes a todo lo que pudiste haber tomado en otro lugar del mundo.

Para comer nos dieron un par de grisines envueltos en jamón crudo (una boludez que queda perfecta) y un par de tapas con mortadella (de la posta, la verdadera, porque ahí en el norte de Italia se come la original) y otra con crudo y hongos que estaba monumental. Si llegás a pedir la carta, te va a salir caro, porque se van a dar cuenta de que sos turista. Pedile algo para comer y listo. Lo que venga. Lo que te den va a estar bueno. Y vas a gastar pocos euros por persona.

La pizzería San Matteo Church (Vicolo S. Matteo, 1) es una pizzería en una cortadita, ahí nomás en el centro de Verona, en el mismo edificio de una iglesia.

Si bien no está dentro de la iglesia propiamente dicha (sí... en serio pensé que iba a comer mientras los demás estaban en el banco rezando) y un poco te desilusionás cuando ves la onda de la decoración medio noventosa, está bueno conocerla como "pizzería diferente".

Nos pedimos dos pizzas después de haber estado chupando en la Osteria del Bugiardo, como para bajonear un poco todo el alcohol de repetir Spritz, copas de vino y bajativos.

La calidad del pan (pizza), la salsa, el crudo y, en mi caso el Gorgonzolla, era digna de una excelente pizzería Italiana. No, no es Napoles. Pero la pizza está buenísima igual.

De ahí a caminar por las calles intentando hacer la digestión, como si fuera necesaria una excusa para ver los reflejos de las luces en pisos y paredes de mármol, jóvenes de charla en las puertas de los bares, y una ciudad que te regala una gastronomía impecable, en tan sólo un día de recorrido.












Un video corto en el bar







El Guerrillero Culinario


https://instagram.com/guerrilleroculinario/https://twitter.com/LaGuerrillaFoodhttps://www.facebook.com/GuerrilleroCulinariohttps://www.youtube.com/c/GuerrilleroCulinarioOK





No hay comentarios: