domingo, 26 de enero de 2014

(Internacional) ¿Vols menjar en Barcelona? (Parte 1) - Un recorrido catalán, por la calle y por casa

Inevitablemente no soy todo comida. 


Aclaro esto porque cada vez que alguien me pregunta ¿qué te pareció Barcelona? yo le respondo: esperaba más. Y sí... tomando en cuenta la arquitectura, que considero de lo más interesante para disfrutar, el resto de la ciudad no fue la gran cosa.

Pero quitando de lado la mirada del turista o viajero, que busca atracciones, confort, facilidad para manejarse por la ciudad y todo eso... y si sólo nos enfocamos sólo en la comida: Barcelona es gauchita.

Gracias a su gastronomía esta ciudad catalana conquistó mi paladar entre mi odio por las callecitas chiquitas con miles de nombres diferentes y gente sin ganas de explicarte (porque ni siquiera ellos sabían bien) cómo hacer para llegar a un lugar o a otro. Para ubicar muchos de los lugares a los que fuimos vas a necesitar un GPS o un nivel de orientación similar al de Robocop con el IOS actualizado.


A modo de charla, primero te voy a recomendar dos lugares para desayunar. Si bien ya conté lo que era desayunar en el Mercado de La Boquería, ahora vamos para dos "Granjas" que es como se llaman tradicionalmente a estos lugarcitos tipo bares con pinta de bodegones, pero para arrancar el día, o picar algo por la tarde. En el Barrio Gótico, a dos cuadras de La Rambla, que viene a ser una gran peatonal costeada por calles llenas de locos que manejan como el culo, está La Pallaresa (Carrer de Petritxol 11). En las fotos del lado izquierdo vas a ver el frente del negocio con mi "cara de feliz cumpleaños" y la ensaimada. No se pidan el croissant, pidan directamente la ensaimada porque es EL lugar de Barcelona para comerla. A unos 70 metros, sobre la misma calle pero en Carrer de Petritxol 2 van a encontrarse con la Granja Dulcinea. Sí, son tan ocurrentes como nosotros que le ponemos nombres a los bares como El Banderín o similares. En esta granja el gol de media cancha pateado por Chilavert es comer las medialunas con sus extremos bañados en chocolate (foto derecha). Lejos de los mejores desayunos grasientos y elevados en colesterol que comí en mi vida. Vayan, vale la pena pedir una y una y probar ambas.


Si tenés ganas de comer algo en El Mercado de La Boquería lo que más me gustó fue Universal. Te vas a dar cuenta mientras lo recorrés por su cartel grande y todos los nombres de los platos que tienen disponibles a precios irrisorios. Se come barato, se come muy bien. Y lo que más me gusta del lugar es estar sentado entre ese movimiento de gente, pescados, frutas, verduras, caramelos, y caos mercantil. Las sardinas y la ensalada de gambas fueron los platos que se llevaron una medalla. Igual todo lo que comas, desde el pulpo a la panera, te va a parecer glorioso. Ya sabés: pescados, en La Boquería.



Otro lugar en pleno barrio gótico donde comimos bien fue Colom, en Escudellers 33. El primer lugar al que fuimos al llegar a la ciudad, de noche, sin hablar una palabra del idioma que hablaba el encargado del hotel (te intentan hablar en español y catalán y lo único que entendés son los números, y no todos) y que resultó ser bueno. Acá en Colom hay algunos diferentes menúes de degustación que incluyen elegir varias entradas y después comer una paella. La verdad estaba esperando caer en un cuchitril que me liquiden la billetera ofreciéndome basura y resultó ser un excelente lugar para comer. A veces uno desconfía y cree que, si no va recomendado, termina comiendo en cualquier lugar. Pero también, a veces, el sexto sentido te funciona bien.



También cerquita en el mismo barrio gótico tenés El Mesón de Jesús en Carrer dels Cecs de la Boqueria, 4 (que en nuestro caso fue el último lugar al que fuimos a comer). Si tengo que definir cual es el estilo de lugares que me gustan, éste calza a la perfección. Barato, íntimo, familiar, sin pretensiones, con poca gente y con mucha garra. Un menú de 11€ para cenar nos atrajo al restaurante chiquito con varias opciones para comer. Seguramente cambien mucho los platos según temporada, e inclusive lo que se consiga más barato, pero debo decir que los garbanzos, el guiso y la sopa de pescado fue de lo mejor que comí con sabor a hogar. No podés dejar de comer en este lugar para sentir que estás comiendo en la casa de un catalán.

Cerca del barrio gótico está La Barceloneta, un lugar más o menos de moda, frente al mar, que te ofrece un montón de restaurantes para comer. De ahí te recomiendo dos, uno que ya lo recomienda TODO el mundo y que, si vuelvo a Barcelona no pienso ir de nuevo: La Champagnería. El otro, después te cuento. 


Volviendo a La Champagnería (en Carrer de la Reina Cristina, nombre ideal para el argentino y su presidenta) debo decir que, si bien se come bien, esperaba muchísimo más del lugar. Algo así como un amor gestado con horas y horas de chat que, al momento de hacerlo realidad, se convierte en un dolor de cabeza. Toda la magia está del lado del supuesto champagne que te sirven, un espumante rosado rico, pero que tampoco se merece un gran puntaje. La comida, bueno, lo típico, pan y fiambre, pan y pescado, papa, y no mucho más que todo eso. Es rico, y si van es un clásico que vale más por la experiencia y sacarse el gusto de que tantos digan "tenés que ir", pero comí mil veces mejor a unos metros, en otro lugar.


Si vas a La Champagnería y te parece que no valió tanto la pena, tenés un Back-Up hermoso, una segunda oportunidad sibarita, una opción foodie que vas a agradecerme de por vida el dato: Cervecería El Vaso de Oro (en Calle de Balboa, 6). Empecemos por lo importante, acá es un quilombo encontrar lugar para comer. Y eso sí que vale la pena, porque comer donde sobra espacio indica que algo les falta. Una vez que nos apostamos en la barra pedimos de todo, desde las patatas bravioli (bravas y alioli, mezcla picante y ajosa) hasta los pimientos fritos (algo re loco porque uno de cada diez pica mucho, y no sabés nunca cual es cual). Las aceitunas con los boquerones, otra gloria. Ni hablar del vino, nos pedimos un Banda Azul que estuvo genial. Para mí es como el Trapiche pero español, un vino que gusta a ellos, a nosotros, y a todos. Haceme caso, dejá a La Champagnería para la foto y venía comer acá. La vas a pasar mejor, mucho mejor. Te lo aseguro.

En definitiva, a los lugares populares van todos. La posta está en ese lugar del que nadie habla... todavía.





El Guerrillero Culinario

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2 comentarios:

SILABARIO dijo...

Voy a consultar con mi amiga de Barcelona, luego voy yo, luego podré contestarte como se debe... jajajaja

Siempre es grato tener a mano una guía gourmet para viajar, ahorra tiempo y dolores de cabeza.

Abrazo y ya veremos.

Anónimo dijo...

Esas medialunas de petrixols son industriales y las tienen en cualquier lado. Las facturas, o pastas, como les dicen ellos no pueden ser muy buenas, porque no hay buen trigo con el que hacer una harina decente. Las medialunas posta estan en el "Plateria" en la calle Argenteria, enfrente del edificio de comisiones obreras. Como es cierto que nadie les va a decir adonde queda, la calle Argenteria es la que sale en diagonal de la estacion Jaime I. Otro dia pueden volver y probar el sandwich de tortilla de calabaza.

Las segundas medialunas del ranking de BCN estan en el Parodia, en Aribau y Mallorca, justo en la esquina.

La champañeria es solo un lugar para cazar una curda toraba, los chegusanes son solo una excusa para seguir tomando.

La cocina es casi toda industrial, y donde hay chefs y esas paqueterias de verdad es carisimo. Ademas de que en algunos lugares que figuran en el catalogo Michelin hacen conservas.