lunes, 7 de enero de 2013

La Reforma – Donde todos los días es fin de año

Nombre: La Reforma


Tipo: Restaurante
Estilo: Bodegón, abundante.
Dirección: Brig. Gral. Juan Manuel de Rosas 898, Lomas del Mirador, Buenos Aires
Teléfono: 4699-3218

Evaluación
Cocina: Muy Buena

Ambientación: Buena

Atención: Muy Buena
Precio: Económico


Si bien podemos tomar en cuenta a Lutero y Calvino como base del nombre de este restaurante, después de haber disfrutado de los almuerzos acá, tengo derecho a dudar sobre el sentido de llamar al centro de orgías gastronómicas de la zona oeste con un algo relacionado a la iglesia.


Convengamos que leer un relato mío sobre un bodegón es algo ya casi recurrente porque sigo respetando a mi público lector amante del buen comer, la relación de precio/calidad alta, y las ganas de engordar tragando letras, frases y por qué no la ilusión de sentir el sabor sin siquiera haber abierto la boca…


Sin embargo, no cuento tanto sobre bodegones alejados de la periferia porteña. Hoy le toca a Lomas del Mirador. ¡Qué nombre!


En cierta forma porque difícilmente vayas a comer a Lomas del Mirador si vivís en Vicente Lopez, pero sin lugar a dudas te irías a comer a Caballito (una ventaja a la hora de que el “franelita” no sepa qué tarifa cobrar por estacionar un caballo). La explicación: porque es Capital Federal.


A menos de 10 minutos de distancia de El Cedrón, este bodegón es una perlita sólo para los privilegiados del barrio. Ahora, también está disponible para vos, malevo de Mataderos.


Siempre fui a comer al medio día, los días de semana, momento en el cual el salón está constantemente lleno de gente, con pocos mozos para la cantidad de comensales, pero con la libertad del público de gritar, chiflar o mismo tirarles alguna rodaja de pan para que se acerquen a atendernos. Mirá si vamos a andar con vueltas.


A la hora de pedir tenés dos opciones. La que nunca hay que tomar: leer la carta y elegir de ahí, y la que todos los oriundos del buen comer conocen: preguntarle a la moza o leer la pizarra llena de garabatos.


Entre los garabatos vas tener varios platos que salen como “Los platos del día”. Para los que piensan que el plato del día es el plato que necesitan sacar porque les sobró mercadería tengan en cuenta que, desde la cocina, si hay 10 platos del día y me pedís uno que no está entre los platos del día, lo más probable es que tenga muchas ganas de escupirte la comida que me complicó el despacho de los platos de la mesa.


Dicho esto y sabiendo que elegir un plato que no sale mucho es un riesgo, mejor preguntarle a la moza que tal están los canelones y hacer un plug-&-play de salsas típicas (tuco, crema, blanca, pesto, estofado, mixta, todas las anteriores, no sabe no contesta).


Cualquier alimento que lleve la palabra “relleno” no hablará sólo de la composición sino también del futuro estado de tu estómago. La cantidad de comida con la que te rellenan es una falta de respeto al programa Cuestión de Peso.


Ni hablar de la parrilla. El vacío nunca me llenó tanto. Las costillitas son tan ricas que aparecen en los escritos bíblicos de cuando Adán se hizo el primer asado con una costilla y apareció la mujer para armarle las ensaladas.


Cuando llega la cuenta la sonrisa se dibuja y sabés que vas a buscar excusas para volver a comer acá, porque si no te moriste con todo lo que tragaste, no te morís nunca más.







 
El Guerrillero Culinario

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