miércoles, 19 de marzo de 2014

Club Sueco - Enfrentando el pasado

Pasaron más de 6 años para que vuelva. 

Año 2007, Julio. Jueves 19 al medio día. Esa fue la última vez que estuve en el Club Sueco. Mi viejo estaba internado en Favaloro y dos días después se me iba de las manos. Ese día invité a mi hermana a comer a este lugar porque me gustaba mucho como opción para almorzar en el centro.

Volví con dos amigos sibaritas, Al Kleiman y Leo Volpe. La propuesta vino de la boca de Al, y no podía negarme porque ya era hora de dejar de mariconear. Era un restaurante, fue un momento, siempre me gustó, merecía volver.


A las 21 horas puntual estaba en la puerta de Tacuarí 147, con mi mochilita linyera de fotógrafo/borracho muy bien adaptada para portar la cámara y al costado una botella de vino. Llevé un vino porque soy caprichoso, nada más que por eso.

Pero antes que nada les voy a contar como viene la carta de vinos: los precios son muy buenos, de hecho el precio del descorche ($75) me pareció excesivo, pero he aquí un problema, el mejor vino de carta es el Alta Vista Atemporal, un blend que a mi parecer andará en los 91 puntos, excelente espécimen mendocino, pero que para la calidad de restaurante, se queda corto. Viendo que tienen un carta de vinos chica, al menos, tendría un vinito de 93 puntos, ya por los doscientos pesos, aunque sea tenerlo en la carta. 
En este caso llevé un Salentein Numina, corte del año 2010. Un lindo vinito, medio maricón, muy fácil de tomar, ideal para lo que se venía.

El ambiente es un poco más prolijo que el tipo de restaurantes a los que suelo ir, pero así que para esta ocasión decidí usar jabón mientras me bañ¡QUE PROLIJAS LAS CORTINAS, VISTE!?
A la noche el menú es un buffet que, como bien nos explicó mi tocayo de apellido, tiene una forma de disfrute que sería bueno seguir para parecer un poco más sueco, aunque en mi caso era el morocho, con rulos, la barba de leñador, el jean roto y nada que me acerque a esta cultura nórdica.

La cosa es así, primero vas por los pescados, entre los cuales tenés salmón ahumado en dos variantes (especiado y neutro), arenques (con salsa de tomate y cebolla, con crema agria, natural, etc), langostinos.

Una vez que probaste la variedad de pescados, pasás a los fiambres, junto a unos panes intregrales muy buenos. Acá hay mucha variedad y es recomendable servirse poco de cada cosa para no despertarse a las 5am con dolor en la vesícula. Desde paté de cerdo, queso brie, jamón crudo, mozzarella de búfala, queso azul, varios repollos fermentados en diferentes preparaciones (colorado y blanco), berenjenas, ensalada con manzana, y mucho más.

Tercer paso, los platos calientes. No hay una gran variedad pero suficiente como para terminar de llenar el tanque. Salmón rosado, un guiso de porotos negro digno de inmigrante brasilero (?), unas papas con huevo y queso gratinado y las típicas albóndigas de carne, muy buenas. 

La mesa de postres es como cualquier otra mesa de postres, algunos mousses (el de limón fue glorioso pero el de chocolate parecía otro más de cajita), el brownie y la torta con frutos rojos, nada nuevo, los blinis eran panqueques más chicos y la salsa de dulce de leche era menos sueca que el asado con cuero de Trenque Lauquen.

A la noche está costando más o menos 250 por cabeza con bebidas, algo que, hasta que no se acomoden los precios, no se va a saber si es caro o barato, considerando que un plato en Sudestada cuesta $140. 

Si te tienta algo diferente, andá. Eso sí, no esperes encontrarte suecas de metro ochenta...

Club Sueco: Tacuarí 147, piso 5. Capital Federal


El Guerrillero Culinario

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1 comentario:

Leno. dijo...

Que buena noche! Fue hace mucho, pero recuerdo que lo que garpó todo fue el salmón especiado, los pancitos y las papas enmantecadas esas. Recuerdo también que había lindo minaje acompañando a diversos pelados con aspecto adinerado. Así que si alguno sale a comer en busca de robarle la novia a pelados, ya saben.