viernes, 29 de junio de 2012

(Internacional) Comer en Roma - il Primo Piatto (Primera Parte)

Roma puede que sea la ciudad más increíble del planeta. Al menos desde mis ojos. Observación del pseudo-italiano por herencia inmigrante, fanático de las pastas, la gente gritona, los zapatos de punta cuadrada y el café.

Tuve la suerte de ir un par de veces y recorrer toda la ciudad caminando. No vale la pena alquilar un auto ni utilizar otro medio de transporte que no sean tus propios pies.

Describir un plato puede ser más o menos fácil según cuantas diferentes comidas probaste. El problema aparece cuando te topás con algo que no comiste nunca y tu cerebro no encuentra relación entre ese sabor y una palabra, una sensación o una descripción correcta.

Con Roma me pasó exactamente lo mismo.

La primera vez que viajé desembarqué en el aeropuerto de Fiumicino y me tomé un taxi trucho (como los que sobran en Ezeiza o Aeroparque). El viaje al principio no dice nada, hasta que llegás a la ciudad y apoyás la ñata contra el vidrio mirando todo. Lo simpático fue escuchar al tano hablando de cada lugar que pasábamos y diciendo con mucha soltura y relajo: “Acá tienen la zona de los restaurantes… por acá a la derecha hay dos museos para ver… acá tienen el Coliseo…”…

¡Stop!

Flaco. Escuchame un poquito. ¿Cómo que acá tienen el Coliseo? ¿Vos sos loco o te hacés? ¿Mirá si me vas a nombrar dos mil años de historia como si estarías prendiéndote un pucho?...

No entendemos que, para el romano, el Coliseo es un edificio molesto que estorba en el medio de la ciudad.

El tránsito es un caos, la gente estaciona donde quiere (literalmente) y las veredas fueron pensadas 1000 años atrás de lo que uno podía llegar a entender como razonable. Eso es en parte lo que hace a la ciudad una de las más hermosas del mundo.

Hay dos zonas principales para comer en Roma separadas por el río Tiber. Es importante recordar que para los tanos todo lo que está atrás del Tiber se dice “Trastévere” y esa es una de las zonas culinarias más preciadas de la ciudad.

Este trastévere se caracteriza por tener pocas atracciones turísticas como ser el Castel Sant’Angelo y, quizás la más importante de todo Roma: El Vaticano. Fuera de estos dos monstruos situados al oeste de la ciudad, nos encontraremos con la zona más top y menos turística de todo Roma.

El primer restaurante que conocí llegado a esta ciudad fue Dino Express, un bodegón estilo super casero donde los tanos se gritan entre ellos en pleno almuerzo (sólo abre al medio día y de lunes a sábado) en Via Tacito 80 (cerca de la Piazza Cavour) Tel: 06-3610305. Fui por recomendación de Marta (la argentina dueña de una GuestHouse donde me hospedaba) y como primer impresión fue amor a primo piatto. La idea es pedir lo que ellos te ofrecen ya que todo lo que hay es rico, hecho en el momento y casero. La fritatta de pescados que disfruté ahí difícilmente la hagan mejor en otro lugar del mundo. Estaba en Roma, estaba feliz.

Si de repente querés ir a comer a un lugar pequeño, con pocas mesas y con atención personalizada podés ir a La Piccola Irpina (via Pietro Cavallini 23), un restaurante chiquitito (pero chiquitito en serio), simpático por donde lo mires, con una muy buena cocina, donde me zambullí en una pasta con langosta, una entradita de antipastos varios muy buenos y unos postres matadores. No es caro, pero tampoco es barato, se come por promedio 20€/30 por persona, algo más que aceptable a la noche en una zona que, comparado con Buenos Aires, sería una especie de Cañitas.

En el sur del Trastévere, bien abajo del Vaticano hay una zona llena de restaurantes (especialmente trattorias) donde te podés cruzar con muchos lugares para comer. Quizás sea parecido a Palermo (por la cantidad de restaurantes) pero con una onda mucho más bodegonera como San Telmo.

Acá fui a una recomendada trattoría que se llama Antica Ostería Rugantino (via della Lungaretta 54). Lugar que no falla con lo que ofrece; comés por 27€ dos personas, unos Penne Salmone (pasta corta con salmón y crema) que estaban de re-chupete, una carne con rúcula salteada (plato típico italiano), unos spaguetti alla carbonara (increíbles, orgásmicos, una manteca en la boca) y un pescado con papas al horno muy bueno, a esto sumada la copa de vino, el agua, una panacotta (¡SUPREMA!) y un Flan Caramel (igualito a nuestros flanes caseros). Vuelvo a Roma y voy a comer ahí.

Una trattoría común y corriente con buena comida, buena atención y ubicada en un lugar cómodo es La Francescana (Via Giovanni Pierluigi da Palestrina 11-17). Básicamente es un Ristorante Pizzeria de especialidades toscanas (del norte de Italia), pescados y horno a leña. Comés por 12 a 20€. La pasta así como los pescados son inmejorables. Está mucho más cerca del resto de las atracciones, aunque bien vale la pena recorrer toda la ciudad de noche para terminar en uno de estos lugares.







El Guerrillero Culinario

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