viernes, 5 de julio de 2013

La Boquería - Un mercado de la ostia

Prólogo 
Si tengo que esperar media hora en el consultorio para ver al médico, quince minutos para pagar en la cola del banco o más de noventa segundos para recibir mi combo de Mc Donald's, me dan ganas de prender fuego media ciudad.
En cambio, si tengo que viajar por más de 12 horas, dormir medio sentado, alimentarme más o menos con el contenido de la bandeja que me da la azafata, pasar por migraciones, todo eso para llegar a otro continente y comenzar mis vacaciones, me dan ganas de volver a hacerlo, porque casi, casi, creo que me hace feliz.

El tiempo visto desde diferentes destinos; a veces queremos que se termine, a veces deseamos que se detenga. Por un lado la agonía, por el otro el último segundo de vida de un ser querido.
Fue así como llegamos vía Iberia a Madrid, comiendo mal, durmiendo más o menos, hacer migraciones planeando qué cara poner para que no rechacen el pasaporte argentino. Le decía a La Guerrillera: ¡Quedate tranquila, vos estás conmigo que soy Italiano para ellos, si dicen algo les armo flor de quilombo! Van a ver lo que es un argentino enojado... 

Más porteño, imposible.

La cuestión es que nos tuvimos que tomar otro vuelo para llegar a Barcelona. Inicio de las vacaciones lleno de ansiedad por llegar a una ciudad desconocida con un idioma medianamente desconocido (el que piensa que un Catalán habla español parecido al porteño/bonaerense no sabe lo que le espera). Invierno, que para mi gusto era un otoño como cualquier otro, dejando atrás los 35ºC del verano argentino... un recibimiento más que placentero.

Capítulo I
 
Para arrancar, si vas a esa ciudad sin un mapa con el recorrido al hotel marcado por las calles, o un GPS, vas a caminar a la fuerza, empujando las valijas, porque prácticamente el casco antiguo es un caos de nombres que ni ellos mismos conocen. Estando a menos de 150 metros del destino recién la tercer persona que nos cruzamos supo decirnos hacia donde teníamos que caminar.
El Hotel, una especie de lata de sardinas con dos camas individuales, un baño que construyeron con los artefactos dentro porque de otra forma no entiendo como hicieron para meterlos en tan pequeño espacio, un encargado que servía poco y nada para recomendar adónde ir a comer o qué visitar. Todo eso no era suficiente a la hora de empañar el comienzo de las vacaciones.

Porque teníamos bien claro adónde íbamos, y qué es lo que se hace ahí.

Ocho de la mañana y suena el despertador del teléfono, cosa que se repitió al menos 25 de los 30 días de las vacaciones porque soy obsesivo y un hincha pelotas que ama desayunar todas las mañanas. Ducha, haciendo contorsionismo dentro del minúsculo baño, vestirse, bajar y preguntar: ¿La Boquería, para dónde queda? 

Si hay algo más gourmet, más sibarita, más foodie y más grandioso, para un amante del buen comer, es desayunar en la Boquería. Perdoname vieja, pero en serio desayunar ahí me pareció magnífico, aunque me haya encantado tu esfuerzo por hacerme chipá para desayunar.

Capítulo II

La Boquería es una juguetería para cocineros, un shopping lleno de zapatos hechos de comida para las sibaritas, un cabaret de carnes firmes a la venta para los foodies fanáticos por comprar productos frescos, o al menos, sacarle una foto de rigor. Quizás éste sea el segundo mejor mercado que visité entre todos mis viajes, y eso dice mucho, porque habré visitado unos 20 diferentes.

Por ser una ciudad costera vas a notar la presencia de muchos puestos de pescados y mariscos. Los pescados tienen una frescura igualable al Mercato del pesce al minuto de Venecia. Te nace un deseo incontrolable por tomar un cuchillo y filetear un poquito de pez limón o salmón directamente del hielo y deglutir una porción de sashimi con los tres dedos, como alimentaban a Bacco con uvas en la antigua Roma.

Por su proximidad a los moros del norte africano (no hay que olvidarse la influencia que tuvieron en toda España) hay infinidad (porque me aburriría de tan sólo contarlos) de puestos con frutos secos, masapanes, chocolates, dulces y semillas. En término general suelen vender todos estos productos secos y dulces en el mismo puesto. Mi recomendación, obviarlos hasta el final, para llevarse el souvenir obligatorio mientras uno continúa su paseo por la ciudad. ¡¿Qué puede ser más dulce que llevarse una bolsa de chocolates y frutos para entretenerse mientras camina por la rambla catalana?!

Capítulo III

Desconocía totalmente de la existencia de los puestos de jugos. Los jugos exprimidos y licuados al agua o leche forman parte de, al menos, el 30% del mercado, y la verdad, no me molesta para nada que se haya destinado tanto espacio a un sólo producto. 

Hay que ser bicho (como diría mi vieja) y caminar para descubrir precios. Suelen matarse por sólo 50 centavos de €uro a la hora de ofrecerle el vaso al turista, que feliz, induce a su intestino en una vorágine de movimientos espasmódicos dignos de una cagadera monumental. Porque acá te tiramos la verdad y no te mandamos a la muerte en el campo de batalla: tené cuidado, no es recomendable tomar 6 jugos de diferentes frutas en media hora. 

Estos puestos ofrecen desde jugos, que rondan el euro por vaso, a ensaladas de frutas varias, que cuestan alrededor de dos euros o bandejas de una sola fruta, de la cual dependerá el valor según el producto que esté disponible.

Mi consejo es ir con la mayor cantidad de amigos, parejas (en el caso de infieles) o familiares, pedirse cada uno un sabor diferente, y probar todos y cada una de las combinaciones de sabores disponibles. Después de haber probado más de 15 jugos distintos admito que, al menos 12, me resultaron geniales.

Capítulo IV

Gracias a Ferrán Centelles, un sommelier español muy macanudo, tomé su Tip (que ahora lo hago mío y se lo paso a ustedes), ir a desayunar los garbanzos de Pinotxo.
Pinotxo (se pronuncia Pinocho) es uno de los puestos de comidas (hay alrededor de 10) donde podés desayunar, almorzar y picar algo por la tarde. Todos mantienen el horario diurno por lo que no vas a poder cenar en la Boquería porque permanece cerrada.

En un principio pensaba que desayunar garbanzos a las ocho y media de la mañana podía resultar algo bizarro. Una vez que lo hice, sentí que había estado equivocado toda la vida.

Así como intento fomentar el desayuno de sopa de fideos chinos con costillitas de cerdo como método anti-resaca, te digo, con una mano en el corazón y la otra en la panza: desayunar tortilla de papas, garbanzos, bombas de papa fritas rellenas de queso, y un regio café con leche, es la gloria misma.




Por un momento imaginate que ponés en una sartén aceite de oliva, ajo picado, cebolla de verdeo picada, sal entre fina (o como muchos hacen, sal gruesa molida con pimentero), pimienta negra molida fresca, en el fuego, empieza a escucharse ese chasquido del ajo que se dora, y por encima caen los garbanzos ya pelados, y todo se mezcla, los aromas se integran, el aceite de oliva se transforma en un canal conductor de sabores picantes del ajo, la frescura del verdeo, que se unen a la cremosidad del garbanzo, que al entrar en tu boca se transforma en el bocado más simple, intenso, expresivo, y casi reaccionario a tus papilas que te piden que por favor, vuelvas a satisfacerlas de estas sensaciones que nunca habías sentido... Dejá de imaginártelo y andá a comer ese plato, a ese lugar, a las ocho y media de la mañana... yo sé porqué te lo digo...

Capítulo V

En Bélgica y Holanda se creen cancheros por comer conos de papas fritas en cualquier parte de la ciudad mientras que en La Boquería los conos tienen salames de diferentes estilos, aceitunas, calamares fritos, langostinos fritos bien salados, y todos esos productos que te generan saliva en la boca, como te está pasando ahora.

La magia de comer fiambre todo el día se nota al caminar entre los puestos que demuestran el fanatismo de los españoles por el pata negra, un jamón crudo que nada tiene que ver con el nuestro, y que mucho tiene que ver con el verdadero jamón del medio. La veta de grasa de estos perniles parece un dibujo casi perfecto de las líneas de nuestra sonrisa al probar la cremosidad y suavidad de un jamón tan sensual.

Final

El tiempo pasa más rápido de lo que a uno le gusta, y el presente se transforma automáticamente en recuerdo en tan sólo un segundo de haber pisado ese mercado, que se mete en tu mente como un ideal recreado por placeres y sueños hechos realidad. 
Es imposible no sentirse Don Quijote de la Mancha en la lucha frente al Caballero de la Blanca Luna mientras uno visita Barcelona y éste caballero representando al tiempo nos obliga a morir recordando de la mejor forma que se puede recordar a una ciudad: añorando los hidalgos momentos vividos en el frenesí de un mercado lleno de sensaciones, sabores, aromas y momentos...

El Mercado de la Dulcinea Boquería...



 
El Guerrillero Culinario

https://instagram.com/guerrilleroculinario/https://twitter.com/LaGuerrillaFoodhttps://www.facebook.com/GuerrilleroCulinariohttps://www.youtube.com/c/GuerrilleroCulinarioOK

No hay comentarios: