miércoles, 12 de marzo de 2014

(Internacional) Comer en Praga - Los dos lugares imperdibles que tenés que conocer

Recuerdo cuando, en septiembre del 2010, escribí mi crónica gastronómica del viaje durante febrero de ese mismo año. La titulé "Gastronomía y Cerveza con precios postcomunistas", porque la primera vez es muy raro que sea la más linda o la más perfecta, entonces me enfoqué en todo lo positivo: se come barato, y rico.

Gracias a las repetidas visitas a diferentes ciudades aprendí a viajar. Al principio calculaba los días necesarios para conocer una ciudad; (a veces recuerdo que vivo en Buenos Aires y todavía no conozco lugares) entonces pretendía recorrer París en sólo 6 días cuando llevo 34 años viviendo acá y todavía no fui a La Manzana de las Luces del centro porteño. Si la próxima vez que organizás tus vacaciones pensás "con tantos días ya conozco la ciudad" y se te viene a la cabeza ésta última reflexión, no estará mal que te sientas un pelotudo... como me sentí yo.

"¡Con una semana te conocés Londres!", "Dos días en Firenze son suficientes" o "Andá a Praga 2 días y ya te la caminaste toda". Frases que uno aprende a dejar de lado porque, los que las dicen, no tienen una mierda de idea de lo que es conocer una ciudad. Eyaculadores precoces del turismo.

Pasó el tiempo y tuve la suerte de poder viajar de nuevo a Praga, pero con la experiencia que me enseñó qué tenés que volver a repetir y cuáles lugares hay que obviar. Este nuevo viaje de febrero de 2013 se separó en dejar de lado las cervezas industriales para empezar a elegir las que sólo se toman en Republica Checa y optar por los mejores lugares para comer, esos a los que podés volver una y mil veces.

Uno de los lugares a los que voy a ir una y mil veces es U Tří růží (en Husova 10/231). Admito que la primera impresión del nombre fue suponer que se llamaba "Los Tres Rusos", porque viste que para la jerga del porteño el Ucraniano, Checo, Polaco, Alemán, caucásico o rubio de ojos celestes es "Ruso". Resultó ser "Las Tres Rosas". Nada que ver, pero tampoco se un carajo del idioma checo. 

El lugar me encantó. En Praga todo es como el Renault Clio: Grande por Dentro. Posta que ves la puerta y el local, entrás pensando "hoy me toca comer en el baño porque acá no entra nadie" y resulta que tiene salones para 100 personas en varios lugares del recinto gastronómico. No sé como hacen pero me parece que los siglos de guerras sirvieron para tener bunkers en todos los lugares y maximizar el espacio disponible.

La comida del lugar es excelente, todo lo que probé es muy rico, y las cervezas que tienen son excepcionales. Lo más extraño es su ubicación: a tres cuadras del puente Carlos. Es como que te digan que a 3 cuadras del Obelisco tenés un bodegón barato, de calidad, y con buena atención. De no creer.

Mi otro lugar en Praga es U Medvídků (queda en Na Perštýně 345/7). Para empezar tengo que decir que el lugar me pone un poco nervioso. Como que es Bar, Restaurante y "Bar-Bodega-Brewery". Todo en uno. Pero todo por separado.

La cosa es así. Depende por la puerta que entres o caés en el bar o caés en el restaurante. Me pasó de entrar y esperar que me sirvan comida y que me echen a patadas en el culo para otro lado, porque ahí sólo servían cerveza. Para colmo, re feliz querés que te sirvan, por ejemplo, la Old Gott y no, esa la sirven en el otro lugar. ¿Qué otro lugar, flaco? ¡Me ponés loco, me ponés!

Bueno, si te parás frente al negocio, de la mano izquierda tenés la entrada al bar y de la derecha tenés la entrada al restaurante. Si querés ir al otro bar donde tienen las barricas y toda esa decoración más de "fábrica cervecera" tenés que entrar por el restaurante, ir para el lado de los baños, y subir por la escalera. Al menos es el camino que entendí yo. O no sé. ¡Es un quilombo!

La cosa es que en el bar de arriba te sirven excelentes cervezas muy similares a algunas artesanales argentinas, con una densidad notable, gracias a que le meten kilos y kilos de cebada. No escatiman en nada. Parece que te licuaron un pan y con eso te hicieron birra.

Acá el salón está mucho más vacío que el de la planta baja, hay menos ruido, y la gente es más checa que extranjera. 

Pero si pintó el hambre y te dan ganas de comer te recomiendo que arranques por abajo, y busques lugar para sentarte. Entre las birras probá la Budweiser original para aprender que los yanquies se robaron el nombre pero no el sabor. Pedite una sopa, más en invierno, que quizás vengas de 5 grados bajo cero y se te haya congelado hasta el corazón. 

Todo es sustancioso, pero tranqui, hay mucha birra para bajar. Todo en medidas de medio litro. Acá si le pedís un vaso chico el checo te mira con cara de odio. Es como ponerle ketchup al asado. Algo así. 

De morfi te recomiendo cualquier corte de cerdo grande. Ojo que hay que leer la carta en inglés, porque sino te van a traer 1 kilo de chancho y te va a dar bronca tener que dejar tanta comida en el plato. Muchos de los platos se acompañan con ese pan checo hervido de huevos, pan viejo, leche, y no recuerdo bien cuantas otras cosas. A mi me parece genial.

Eso sí, de postre no te recomiendo ni siquiera probar el helado de cerveza. Me pareció algo insulso que no valía la pena pedir. Los checos nacieron para hacer guisos, concentrá tu estómago en eso. Y cerveza, que la verdad, hacen las mejores del mundo.

Viajar es muy parecido a coger: la primera vez casi nunca es la mejor, pero conociéndose se puede convertir en el amor de tu vida. A diferencia de coger, quizás viajando intervengan más sentidos... y más personas.

Creo.




El Guerrillero Culinario

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