viernes, 21 de marzo de 2014

Reflexiones, notas de cata y top models argentinas.

En este hermoso país tenemos la particularidad de inundar el mercado de un producto en muy poco tiempo. En parte porque todos queremos salvarnos con una idea, un gran negocio o la lotería para vivir sin trabajar. Es básicamente parte de nuestro folclore, nos guste o no.

Con el vino parece que está pasando lo mismo. El crecimiento exponencial de bodegas me trajo recuerdos a las canchas de Paddle, los Parripollos, los Video Clubes, y puedo seguir en una lista interminable. La gente encontró una veta y todos la intentaron explotar al mismo tiempo.

Allá por el 2005, en mi primer viaje a Mendoza para recorrer bodegas, Turismo te daba el mapa de la Ruta del Vino y tenías unas 20 (principales) para ver. Fuera del mapa había muchas otras, pero casi todas destinaban su producción al mercado externo o a nichos específicos. Hoy, si querés ir a recorrer bodegas, mejor tomate un mes, o comprate otro hígado en el INCUCAI, porque vas a cansarte de tomar vino.

Y me parece perfecto que haya cada vez más producción nacional. Pero más me gusta cuando me cruzo con bodegas que hacen cosas distintas. 

El tiempo dirá si tengo razón cuando afirmo que, si el boom del vino llega a desaparecer, van a quedar los grandes, y los diferentes. A mi me gustan los que se salen de la media, los especiales, los que juegan. Porque ¿qué es la gastronomía sino un juego? ¿qué es un vino sino una serie de variables con las que uno puede malabarear?

Una de esas bodegas distintas que me gusta es Renacer. Y cuando digo distinta lo digo por muchos factores. No son solo los vinos los que se diferencian. También es la forma en la que los comunican, la decoración de la botella, y hasta la onda de los que hacen el vino.

Ya desde el principio tienen ese naranja llamativo fuera de lo cotidiano de las etiquetas en los vinos. Charlando con mis borrachos amigos no lográbamos entender porque las etiquetas de vinos en Argentina son tan aburridas. Acá Renacer decide poner un color llamativo para destacarse entre las demás etiquetas de la góndola.

Mediodía de semana se había formado un grupette de fanáticos del vino en el restaurante Aldo’s con el objetivo de comer como Dios manda (¿?) y probar los diferentes vinos que estaba presentando la bodega Renacer.

La mirada descontracturada y despojada de snobismo me gustó mucho. Porque estuve en Mendoza y allá la gente es más simple, menos vueltera y más humana, detalles que no se suelen ver en todos lados y, menos en el mundo del vino.

Paso a darles un resumen de lo que percibí con mi paladar carente de complejidad.

Obviamente empezamos con un blanco y ese fue el Punto Final Sauvignon Blanc. Resultó fresco, ligero, delicado.

Los tintos comenzaron con el Punto Final Malbec. Buena acidez, frutas oscuras y una linda persistencia en la boca. Vinito ideal para cualquier pasta y cualquier bolsillo.

El que más me gustó fue el Punto Final Cabernet Sauvignon (90% CS y 10% CF). Tiene muy buena entrada en la boca, con un toque picantón, más acorde a la tipicidad chilena, algo que quisieron lograr en la bodega para diferenciarse de los Cabernet que estaban saliendo en Mendoza. Y para el que gusta de vinos intensos, este tiene un lugar en esa cava.

El Enamore es un vino muy distinto, estilo italiano del norte con un sabor más “rústico” y me atrevo a usar esa palabra porque realmente el vino es diferente. Es un blend de uvas deshidratadas, lo cual conlleva a tener menor rendimiento pero mucha más intensidad en los sabores. Hay que darle tiempo y dejarlo que abra su esplendor. Ideal para paladares abiertos a lo nuevo.

Ya más complejo probé el Malbec Reserva 2006 de excelente color, mucha fruta en nariz, higos y frutos rojos en boca. Un vino que disparó una charla interesante. Tuve la suerte de estar sentado al lado del enólogo Pablo Profili. En la medida en que la charla se extendía entre todos los integrantes de la mesa, el vino seguía en la copa e iba cambiando. Justo ahí fue cuando empezamos a renegar, en cierta forma, acerca de la gente que no disfruta el vino dándose el tiempo necesario para disfrutarlo y dejarlo que se abra y muestre todo su esplendor.

En ese momento se me ocurrió preguntarle a Pablo: “¿Qué mujer de Argentina te parece la más linda e interesante?”… A lo que, unos 30 segundos después de bucear en su mente me respondió: “No sé si será la más linda pero a mi me parece una mujer hermosa. Araceli Gonzalez”… Entonces se me ocurre preguntarle: “¿Y cuánto tiempo pasarías con Araceli Gonzalez de poder elegir? ¿15 minutos o 3 horas?”…

La respuesta fue la misma que cualquier varón hubiese elegido. Mi comentario final fue: “Acá tenés a tu Araceli Gonzalez en vino… Vamos a respertarlo y dalere el tiempo que se merece… ¿Me servís un poquito más?”

El Guerrillero Culinario

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