viernes, 4 de abril de 2014

Irifune - Darse un gustito no viene nada mal

A veces quiero darme un gustito como todo simple mortal atraído por el neo-liberalismo y el consumismo desmedido así que opto por visitar el sushi bar de la calle Paraguay, por el “sensacionalmente inseguro” Retiro Neighborhood

Es un gustito porque no es de los restaurantes de sushi más accesibles que hay en Buenos Aires pero sí es una de las barras de sushi que, por el precio final del ticket, ofrece un servicio de calidad y un producto realmente bueno.

Así como abundan los sushi bars/deliveries baratos, también abundan los de calidad superior y el truco está en encontrar siempre una relación coherente entre el precio y el producto que van a ofrecernos.

Hay que ser conscientes de la adaptación que sufre la gastronomía y la costumbre (a la hora de comer) proveniente de otro país en el lugar, sea moderno o más clásico y tradicional. Siempre hago hincapié en este detalle porque es muy importante que pongamos los pies en la tierra a la hora de comparar un restaurante con la gastronomía clásica del país de origen.

Seamos completamente sinceros con nosotros mismos. Si esperamos ir a un sushi bar, un restaurante francés o un bodegoncito africano, ¿por qué pedir la comida en castellano? Si deseamos tanta similitud entre la gastronomía de Japón y la del restaurante Osaka, al menos, deberíamos hablar Japonés y pagar en yenes. Vamos a un restaurante francés y exigimos los quesos olorosos cuasi imposible de importar pero rechazamos la carne cocida en su punto sangrante (en el límite de la carne cruda).

¿Hasta donde podemos reclamar que un restaurante se parezca a su gemelo fantástico tradicional en el país de origen si ni siquiera nosotros nos adaptamos a los puntos de cocción, graduaciones de picante e intensidad aromática?

Reclamamos un sushi tradicional (sin queso ni cualquiera de esas porquerías norteamericanas que nos mal acostumbraron a consumir) pero a la hora de hacer nuestro pedido elegimos un combinado de 60 piezas para dos personas. Fail!

En Japón el sushi no es un plato principal, así que sería mejor reclamar cuando podemos hacernos cargo de las costumbres, con todo lo bueno y malo, todo lo lindo y feo, todo lo que nos guste y nos desagrade…

Toda esta breve reflexión tiene como objetivo introducirte a la sopa de miso (Misoshiru) que algunos no piden por falta de costumbre. Sopita salada, intensa pero ligera, ideal para preparar el estómago a lo que se viene.

Las ostras (Kaki Furai) empanadas y fritas son excelentes. Chorrean ese exceso de grasa y ácido úrico tan nocivo para nuestra salud y tan beneficioso para la felicidad y el placer terrenal que implica darse un atracón. La porción es grande y compartida entre tres pasa cual Budweiser mirando un partidito de la Champions League

El sushi es maravilloso. Tenés para elegir tanto sabores tradicionales como los de autor adaptados a los gustos de los porteños y, ¿por qué no? internacionales… El armado de los rolls siempre fue el fuerte del restaurante y el tamaño mantiene la proporción 2/3 de “relleno” y 1/3 de arroz, algo que mínimamente debería ser así en todo sushi bar decente.

Se continúa con platos calientes, como el Chiken Teriyaki, ultra conocido pollo con salsa dulce de soja que podemos comer en todos los restaurantes japoneses. Por otro lado el cerdo con verduras (Shoga Yaki) estaba muy bueno. Ni hablar acompañado de una Asahi Dry.

Completando el maridaje con buenos amigos se puede llegar a la calidad suprema a la hora de disfrutar placerse orientales.

Irifune: Paraguay 412 , Buenos Aires, 4312 8787.



El Guerrillero Culinario

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1 comentario:

Ariel Rodríguez dijo...

Muy buena reseña y más interesante la reflexión inicial.
Algún día me daré mi gustito también. Mientras tanto sigo yendo a Samurai a comprar mis rolls, un lugar que descubrí gracias a una nota tuya (debe ser de hace 2 años atrás, mínimo).

Saludos